domingo, 11 de septiembre de 2016

JOSE LUIS MARTIN DESCALZO





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JOSE LUIS MARTIN DESCALZO 

(Madridejos 1930- Madrid 1991)

Sacerdote, poeta, dramaturgo, novelista, periodista. Nació en el seno de una familia profundamente cristiana: ”Comíamos amor cada mañana, rebanadas de alma”, decía. 

A los 12 años ingresó en el Seminario de Valladolid y fue ordenado sacerdote. Padecía una grave enfermedad cardíaco –renal que le obligó a estar sometido a diálisis muchos años.  José Luis Martín Descalzo confesaba: “Soñé, a lo largo de mi vida, muchas cosas. Ahora sé que sólo salvaré mi existencia amando; que los únicos trozos de mi alma que habrán estado verdaderamente vivos serán aquellos que invertí en querer y ayudar a alguien. ”.


Su testamento poético

 Soneto sobre la muerte

Y entonces vio la luz. La luz que entraba
Por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
Y entendió que la muerte ya no estaba.

Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
Y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas;
Ver al Amor sin enigmas ni espejos
Descansar de vivir en la ternura;

Tener la paz, la luz, la casa juntas
Y hallar, dejando los dolores lejos,
La Noche-luz tras tanta noche oscura.



Nunca podrás dolor acorralarme

Nunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
Secar mi lengua, amordazar mi canto,
Sajar mi corazón y desguazarme .

Podrás entre tus rejas encerrarme
Destruir los castillos que levanto,
Ungir todas mis horas con tu espanto.
Pero nunca  podrás acorralarme.

Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reír cosido por tus lanzas.
Puedo ver en la oscura noche oscura.

Llego, dolor, a dónde tu no alcanzas,
Yo decido mi sangre y su espesura.
Yo soy el dueño de mis esperanzas.

Mis ojos, mis pobres ojos

Mis ojos, mis pobres ojos
Que acaban de despertar
Los hiciste para ver,
No sólo para llorar.

Haz que sepa adivinar
Entre las sombras la luz,
Que nunca me ciegue el mal
Ni olvide que existes tú.

Que cuando llegue el dolor,
Que yo sé que llegará,
No se me enturbie el amor
Ni se me nuble  la paz.

Sostén ahora mi fe,
Pues, cuando llegue a tu hogar,
Con mis ojos te veré
Y mi llanto cesará. Amén.


¿Qué has hecho de mí?

¿Qué has hecho de mí, pues a desierto
Me sabe todo amor cuando te has ido?
Tú lo sabes muy bien; yo siempre he sido
Un mendigo  de amor en cada puerto.

Tendí mi mano en el camino incierto
De la belleza humana: cualquier nido
Podía ser mi casa; y he pedido
Tantos besos que tengo el labio muerto.

Y ahora todo es sal. Me sabe a tierra
El pobre corazón. Estoy vacío.
El calor de un abrazo es calor frío.

Pues tu amor me redime y me destierra
Y sé que mientras Tú no seas mío
Hasta la paz va a parecerme guerra.

Como el niño

Como el niño que no sabe dormirse
Sin cogerse de la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
Sus sueño de inocencia y de esperanza,
Así descansará mi alma segura
Sabiendo que eres Tú quien nos aguarda.

Tu endulzarás mi última amargura,
Tu aliviarás el último cansancio,
Tu cuidarás los sueños de la noche,
Tu borrarás las huellas de mi llanto.
Tú nos darás mañana nuevamente
La antorcha de la luz y la alegría
Y, por las horas que te traigo muertas
Tú me darás una mañana viva.

Lo que veo

Ahora que estamos solos, Cristo,
Te diré la verdad: Señor, no creo
¿Cómo puedo creerme lo que veo,
Si la fe es creer lo que no he visto?

Si oigo tú voz en mí, ¿cómo resisto?
¿Cómo puedo buscar si te poseo
Si te mastico, si te saboreo?
Esta es mi fe: Comulgo, luego existo.

No tendré que saltar sobre el  vacío
Para llegar al borde de tus manos
O poner en tu pecho mi cabeza.

Más dentro estás de mí que lo más mío
Conozco más tu voz que a mis hermanos
Que es más cierta tu fe que la certeza.

En medio de la sombra y de la herida

En medio de la sombra y de la herida
Me preguntan si creo en Ti. Y digo
Que tengo todo cuando estoy contigo
El sol, la luz, la paz, el bien, la vida.

Sin ti el sol es luz descolorida
Sin ti la paz es un cruel castigo
Sin ti no hay bien ni corazón amigo.
Sin ti la vida es muerte repetida.

Contigo el sol es luz enamorada
Y contigo la paz es paz florida.
Contigo el bien es casa reposada
Y contigo la vida es sangre ardida.

Pues si me faltas Tú  no tengo nada:
Ni sed, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.

Nada ni nadie

Nadie estuvo más solo que tus manos
Perdidas entre el hierro y la madera;
Más cuando el pan se convirtió en hoguera
Nada estuvo más lleno que tus manos.

Nadie estuvo más muerto que tus manos
Cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el Vino ensangrentado ardía
Nada estuvo más vivo que tus manos.

Nada estuvo más ciego que mis ojos
Cuando creí mi corazón perdido
En un ancho desierto sin hermanos.

Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te habías ido
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.

Cuando tus manos – y mis manos- tiendo

Cuando mis manos- y tus manos- tiendo
Sobre el altar, y toco la cruenta
Sangre de tu pasión, siete y setenta
Veces digo que estoy – y estás- fingiendo.

Cuando tus manos – y mis manos – vendo
Por treinta gramos de placer, por treinta,
Pienso que hemos errado nuestra cuenta
Y que me estás – y que te estoy –mintiendo.

Cuando mis manos tiendo hacia tu hondura,
Cunado tus manos tiendo hacia el pecado
No sé quién es – si Tú si yo- quien obra.

No más. No más. Acaba la impostura:
O me quitas la carne que me has dado
O me tienes que dar cuanto te sobra. 


No temáis al amor

No temáis al amor (nos dice Dios),
No tengáis miedo a lo mejor que hice
Cuando construí el mundo.

Tened miedo más bien a enturbiarlo
A enlodarlo,  a ajarlo y marchitarlo.

Eso sí que sería una tragedia.
Sería como ensuciar mi creación.

Porque el amor es la cosa más bella.


A San Juan Bautista

Y saltó el pequeño Juan
En el seno de Isabel.
Duerme en el tuyo Jesús.
Todos se salvan por él.

Cuando el ángel se alejó
María salió al camino.
Dios ya estaba entre los hombres.
¿Cómo tenerle escondido?

Ya la semilla de Dios
Crecía en su blando seno.
Y un apóstol no es apóstol
Si no es también mensajero

Pastor

Pastor que, sin ser pastor,
al buen Cordero nos muestras,
precursor que, sin ser luz,
nos dices a dónde llega,
enséñanos a enseñar
la fe desde la pobreza.

Tú que traes un bautismo
Que es poco más que apariencia
Y al que el Cordero más puro
Baja buscando pureza,
Enséñame a difundir
Amor desde mi tibieza.

Tú que sientes como yo
Que la ignorancia no llega
Ni a conocer al Señor
Ni a desatar sus correas,
Enséñame a propagar
La fe desde mi torpeza.


lunes, 5 de septiembre de 2016

GERARDO DIEGO

                                         GERARDO DIEGO  ( 1896-1987)


                                
Poeta y escritor perteneciente a la generación del 27. Nacido en Santander, estudió en la Universidad de Deusto. Desde 1920 fue CAtedrático de Lengua y Literatura española en Institutos de Soria, Gijón y, después de la guerra en Madrid.                                          

  Al estallar la guerra civil del 1936   tomó parte por el bando franquista. DEsde 11947 miembro de la REal Academia de la Lengua , recibió el Premio Cervantes en 1979 . 







A donde va cuando se va, la llama?

 ¿A donde se va cuando se va la llama?                               
 ¿A dónde va, cuando se va la rosa?
 ¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
 ¿Qué amor de Padre la alza y la reclama?

 Esta vez, como aquella 
 El Hijo ascendió al Padre en pura flecha.
Hoy va la Madre al Hijo derecha
al Uno y Trino, al Trono en su recinto.

Por eso el aire, el cielo, rasga, horada,
Profundiza en columna que no cesa,
Se nos va, se nos pierde, pincelada
De espuma azul en el azul sorpresa.

No se nos pierde, no; se va y se queda.
Coronada de cielos, tierra añora
Y baja en descensión de Mediadora,
Rampa de amor, dulcísima vereda.



QUIERO CREER

Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver
quiero creer.
Te vi, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin verlos te pude ver.
Quiero creer.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Quiero creer.
Limpia mis ojos cansados,
deslumbrados del cimbel,                               
.


lastra de plomo mis párpados
y oscurécemelos bien.
Quiero creer.
Ya todo es sombra y olvido
y abandono de mi ser.
Ponme la venda en los ojos.
Ponme tus manos también.
Quiero creer.
Tú que pusiste en las flores rocío,
y debajo miel,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.
Quiero creer.


MARTA Y MARIA

Marta tenía razón
y la tenía María.
María, la mejor parte
y la menos buena -prisa,
humillación, tempestades
de alma que duda y trajina-
la menos buena, sí, Marta,
pero su parte tenía.
La razón no es corazón
aunque en habla de Castilla
se arrimen las dos palabras
a sonar casi la misma,
como el Pisuerga y el Duero
sumidos ya en Tordesillas.
El corazón no se parte
como la mente o la vida,
como la rueda de oficios
en el pozo o la cocina.
El corazón se da entero.
Entero lo da María.
Entero lo dará Marta,
pero en su afán distraída
tardará un poco en la entrega,
ella, la puntual, limpísima.
Activa en la tierra Marta,
María contemplativa
en unos ojos que el cielo
nos remueven cuando miran,
María quebrando el pomo
de alabastro en las rodillas
y redundando de aromas
gloriosos toda Betania
que a amor nuevo trascendía:
dos corazones enteros
y una razón compartida.
Y Lázaro entre dos muertes,
el varón que ya sabía,
sonreía a sus hermanas,
de pie en el rincón, enigma.







Poemas extraídos de www. devocionario.com